Hugo Galera: «Decir que se está arrinconando al cáncer es crear falsas esperanzas en la gente»
Por su interés, reproducimos la entrevista publicada por ABC el 8 de septiembre de 2019.
El prestigioso catedrático de Anatomía Patológica advierte de la importancia de un diagnóstico precoz pero denuncia intereses comerciales y ensayos clínicos muy publicitados en los medios «que al final acaban en nada»
Hugo Galera Davidson (Tenerife, 1938) ha desarrollado casi toda su vida profesional en Sevilla, aunque se formó en Granada, Madrid, Boston y Londres. Catedrático de Anatomía Patológica, especialidad de la que está considerado uno de los grandes expertos en España, recibió en 2009 el premio Santiago Ramón y Cajal de la Sociedad Española de Anatomía Patológica.
Galera presidió la Real Academia de Medicina de Sevilla y el Real Betis Balompié, club del que sigue siendo uno de sus mayores accionistas. «Sigo comprando todas las acciones que se me ponen a tiro», confiesa en esta entrevista.
- Nació en Canarias y no en Sevilla por el destierro de su padre.
- Mi padre era republicano y publicó un artículo en un periódico a favor de la República en 1923. Era la dictadura de Primo de Rivera y lo desterraron a Canarias. Por eso nací allí, pero creo que fue bueno para todos este destierro porque separó a mi padre de un mayor activismo republicano. De no mediar este destierro, en la Guerra Civil le hubiese ido mal y las consecuencias hubieran sido mucho peores. Él era ingeniero de caminos, canales y puertos y trabajó en la construcción de la esclusa y en el dragado del río.
- No tenía al principio vocación de médico pero Medicina era una de las pocas carreras que su padre estaba dispuesto a pagarle.
- Me dio pocas opciones pero incluso sobre algunas de ellas me puso pegas. Le hablé de ser ingeniero o químico y casi me da un bofetón. Al final hice Medicina por su insistencia, cosa que desde luego le agradezco.
- ¿A qué cree que se debía esa insistencia porque su hermano y usted hicieran Medicina?
- A una razón que era equivocada. Él decía que la de médico era la única profesión en la que no tendríamos un jefe. Y estaba equivocado porque la Medicina se ha jerarquizado muchísimo y los médicos tienen jefes por todas partes.
-Usted no tuvo muchos jefes. ¿De dónde proviene ese espíritu emprendedor que le hizo ponerse a comprar hospitales?
- No lo sé. Tal vez de la formación anglosajona que recibí. Estudié en la Universidad de Boston y en la Escuela de Medicina de la Universidad de Londres. Mi madre era inglesa.
- ¿Esa formación anglosajona marcó su vida profesional y personal?
- Me imbuyó de un espíritu liberal, lo cual unido a mi espíritu crítico me imprimió un rasgo singular en el profesorado, en el ejercicio de la medicina y en todas mis actividades.
- Cuentan que usted llegaba al Hospital Infanta Luisa a las 8 de la mañana y salía de allí a las 11 de la noche. Y era el dueño.
- Me he dedicado a mi vida profesional con muchísima intensidad y ahora pienso que he trabajado indebidamente muchísimas horas que les arrebaté a mi familia.
- Si pudiera dar marcha atrás, ¿cambiaría eso?
- Sin duda, alguna. He agotado mi tiempo y no he disfrutado de mi familia todo lo que debería.
- Dice Julio Iglesias que el dinero no puede comprar lo más importante en la vida: el tiempo.
Estoy totalmente de acuerdo.
- Su padre le dijo también, aparte de que tenía que estudiar Medicina, que no se metiera en política.
- Y lo cumplí mientras vivió. Es verdad que me ofrecieron entrar en el partido de Manuel Clavero durante la Transición, pero aquello se disolvió pronto. Recuerdo que en casa de mis padres no podía hablarse de política ni se permitía ninguna orientación política, aunque en mi caso yo siempre he defendido el avance social y de las libertades en España.
- La mitad de su vida transcurrió en un país donde no había libertad.
- Recuerdo que en mi juventud, durante la dictadura, las aulas las presidían dos fotografías: una de Franco y otra de Pío XII. Dos imágenes de una seriedad y un rigor tremendos que no suscitaban el afecto y el cariño que merecen la infancia y la juventud.
- ¿Qué le llamó más la atención cuando empezó a trabajar en la universidad española?
- La jerarquía vertical e inamovible. No había posibilidad de discusión, era todo muy rígido. En mi cátedra, que obtuve con bastante rapidez, se abrió una posibilidad de conocimiento a través del diálogo. Esto me singularizó mucho y aunque recibí críticas, todas ellas me ayudaron a mejorar.
- ¿En los hospitales públicos también se encontró con esa jerarquía vertical e inamovible?
- Sí, con el agravante de que los nombramientos eran políticos y no por méritos. Ese favoritismo en los cargos intermedios ha machacado, en mi opinión, a la sanidad pública. He visto cosas increíbles en esta materia. Yo era muy crítico con la sanidad pública, por su mala organización, por ese favoritismo y por su politización.
- ¿Por eso la abandonó y compró el hospital Infanta Luisa?
- Quería poner en práctica mis ideas sobre la organización sanitaria y superar todos esos defectos que observé en el sistema público. Lo hice con mucha ilusión y creo que conseguí hacer de él el hospital mejor equipado de Sevilla.
- ¿Por qué lo vendió?
- Lo tuve que vender porque surgió una competencia imposible. Y las grandes empresas del sector avasallaban mucho aprovechándose de que tenían muchas y hacían una economía de escala con la que no podíamos competir. Me tuve que rendir ante la evidencia. Así es el mundo y no sólo me ha ocurrido a mí sino a muchos empresarios.
- «El low cost ha llegado a la sanidad privada tras bajar tanto el precio de las pólizas. Puede hipertrofiarse»
El problema de la sanidad pública es su masificación, lo que provoca grandes listas de espera y graves problemas en Urgencias. ¿Puede suceder esto en el futuro en la sanidad privada al recibir a cada vez más personas insatisfechas con el sistema público?
- Es que eso ya está sucediendo. Creo que ese crecimiento puede llegar a hipertrofiar la sanidad privada. El aseguramiento no es tan limpio como la empresa que presta el servicio hospitalaria. Al bajar tanto el precio de las pólizas para captar a los clientes de la competencia, esto vicia el sistema con recortes económicos que no permiten dar una prestación de calidad.
- ¿El «low cost» también ha llegado a los hospitales privados?
- Sí. Los servicios en la sanidad privada ya han empezado a deteriorarse. El paciente que huye de la sanidad pública puede encontrarse con los mismos problemas en la sanidad privada.
- El cáncer, un «incidente químico»
No sé si hay alguna situación como médico, a lo largo de su carrera profesional, en la que se haya sentido superado.
- Como mi especialidad de anatomía patológica está tan próxima al cáncer he tenido muchos pacientes que han acudido a mí buscando una solución que yo no podía darles. Es angustioso y desesperante y le hace a uno quebrar los sentimientos. Es imposible para un médico no empatizar con el sufrimiento de sus pacientes.
- Parece que vivimos una nueva epidemia de cánceres. Tengo compañeros y conocidos de todas las edades, algunos muy jóvenes, que lo padecen. ¿Hay alguna explicación?
- Mi principal materia de estudio a lo largo de mi vida profesional ha sido el cáncer. El origen del cáncer es similar al origen de la vida y es difícil que la naturaleza nos desvele los secretos que lleva guardados durante miles de años. Un premio Nobel de principios del siglo XX al que le preguntaron por el origen del cáncer dijo que era «un incidente químico». Ha pasado un siglo desde entonces y seguimos dándole vueltas sin resolverlo.
- Se multiplican las noticias sobre prometedores ensayos clínicos que tiene éxito en ratones. Y se habla de terapias personalizadas más eficaces.
- Sí, yo leo muchas. Hablan de genes y proteínas pero a mí todo esto me parece desaprensivo porque se crean falsas expectativas de curación en el paciente y en la población en general. Y da lugar a que surjan intereses comerciales. Eso de las dianas terapéuticas o los tratamientos personalizados lleva a situaciones de fracaso porque no estima el valor cambiante de esas moléculas proteicas. No hay una solución clara y eficaz para el cáncer, que sigue siendo un incidente químico.
- Sin embargo, se está consiguiendo alargar la vida de los pacientes que padecen cáncer.
- Con los fármacos se consigue alargar un poco la vida y hay cánceres que se curan, me refiero a los cánceres germinales. El cáncer de mama, el de intestino o el de pulmón, si no se cogen en ese estado germinal, no se pueden curar. En el cáncer de mama se curan actualmente ocho de cada diez porque se diagnostican muy precozmente, cuando apenas tienen tres milímetros. Yo he visto en el pasado tumores de cuatro o cinco centímetros en una mama y en ese estadio suele estar extendido a otras zonas que es imposible frenar.
- ¿Existe un gran negocio en torno al cáncer?
- Las grandes compañías farmacológicas tienen grandes intereses comerciales en torno al cáncer y una gran estructura propagandística y comercial. En cuanto se hace un ensayo clínico se da una gran cobertura a pesar de que se sabe que al final no va a llegar a ninguna parte. Los medios de comunicación deberían ser más rigurosos en este campo pero no hay una prensa especializada que filtre la realidad que hay detrás de estos ensayos. Yo tengo recortes de prensa con titulares del tipo de «estamos arrinconando el cáncer», o «estamos escribiendo el principio del fin de la historia del cáncer». Guardo esos recortes desde hace muchos años.
- ¿Con el cáncer no se puede ser optimista?
- Me temo que no. Por desgracia.
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