Las guardias médicas en verano: la tormenta perfecta
Este verano hemos asistido a situaciones de crisis en las urgencias del SAS como el reciente y grave caso de El Garrobo, o la denuncia de los médicos de Urgencias del Hospital Virgen del Rocío, ambos relacionados con la falta de facultativos para atender a la población. Esto nos lleva a hacer unas consideraciones necesarias ante el hecho de que son los profesionales sanitarios, y en este caso concreto los médicos, los que sufren estas situaciones que derivan, en ocasiones, en agresiones de distinta índole, al entender el paciente o sus familiares, que el culpable es la persona que tiene delante quien precisamente le está intentando ayudar.
Pero esta situación no es nueva como sabemos los que durante muchos años hemos atendido guardias durante los meses de verano y no ha sido resuelta por ninguna Administración anterior o actual. Las causas son variadas, pero podrían englobarse en tres grandes apartados.
En primer lugar, es un hecho evidente que no hay médicos cualificados para las guardias. Según datos de 2018 de Eurostat, España es el único país de la Unión Europea donde se ha reducido la ratio de médicos por habitante, pero
además el número de médicos mayores de 55 años en España es del 41%, según el Informe sobre Demografía Médica del Consejo General de Colegios Médicos, lo que limita su permanencia en guardias; más aún, la feminización médica en España es creciente y ya supera en número las médicas activas a los varones, y si se estudia el segmento de edades, las menores de 45 años doblan en número a los hombres, por lo que el aumento creciente de bajas por maternidad, y las subsiguientes de paternidad, reduce la disponibilidad de facultativos si no hay reposición adecuada de las mismas.
En segundo lugar, se situaría la escasa, o incluso pésima remuneración, que en Andalucía en particular tienen las guardias médicas. Un especialista percibe 18,07€ brutos por hora en un día laborable, y 20,20€ si es festivo. Y en una guardia localizada, esas cantidades quedan reducidas a la mitad. Ello puede ir acompañado de una localización geográfica aislada y sin recursos sanitarios suficientes, lo que hace heroico que alguien acepte hacer una guardia en esas condiciones. Esto pone de manifiesto que las guardias no son una vía de enriquecimiento de los médicos. Un 20% de los médicos andaluces se han ido a otras comunidades con mejor remuneración, y con la noticia del incremento de petición de certificados de idoneidad que permitan ejercer en el extranjero.
En tercer lugar, debido a las obligaciones fiscales, al periodo de exámenes de los hijos, o al retorno al colegio de los mismos, a los médicos les queda una ventana temporal muy estrecha para que puedan disfrutar de sus vacaciones,
lo que conlleva a conflictos de asistencia de guardias. Hay servicios donde sus médicos en verano tienen que hacer guardias cada 3 o 4 días, y si son guardias localizadas y los servicios pequeños, no es excepcional permanecer de guardia casi todos los días, y además compaginándolo con la labor asistencial diaria, resultando una bajada significativa del rendimiento repercutiendo en el incremento de las listas de espera, y en el perjuicio para los pacientes.
Pero la solución no es nada fácil y cada vez será más complicada si se tiene en cuenta que, en el caso concreto de Sevilla, se jubilarán más de 600 médicos en los próximos dos años, y que dichas bajas no se compensarán por la creciente, pero todavía insuficiente, convocatoria de las plazas MIR. Se ha argumentado una posible vía de aproximación al problema que sería la incentivación económica de las guardias, especialmente aquellas desarrolladas en zonas geográficas poco atractivas, pero las limitaciones presupuestarias lo dificultan. Por todo ello, el abordaje definitivo de esta crisis requiere un acuerdo político urgente de la Administración para optimizar los modelos de gestión y los recursos que deberá contar con la participación de representantes de la ciudadanía y necesariamente de los profesionales implicados.
Como señaló el Dr. Serafín Romero, presidente del Consejo General de Colegios de Médicos, en esta tormenta perfecta a los médicos “se nos pide que sigamos siendo islotes de virtud en medio de sociedades poco honestas; porque incluso se abusa de nuestro compromiso con el paciente para pedirnos una austeridad autoinfligida; porque se nos pide sacrificio apelando a nuestra vocación”.
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